El trabajo y la cabrona intolerancia.








De vez en cuando y con suerte, se aparecen clientes listos, que son poseedores de un sentido del humor. Estos clientes son casi una especie extinción, por lo que se agradece mucho su llegada a nuestras vidas.

En cada filmación tenemos el video-village donde se sientan dichos clientes en sus tronos junto a la gente de cuentas, y básicamente se dedican a decirnos y apuntarnos todo lo que vamos haciendo mal.

Y hacemos muchas cosas mal.

Por ejemplo ayer usamos muy pocos colores chillones en las ropas de los talentos, incluimos más de dos modelos con barba en vez de rasurar a uno de ellos, las mujeres tenían casi todas el pelo lacio habiendo tantas mujeres en el mundo de pelo chino, no nos deshicimos de los minúsculos carteles de la calle que nadie ve y los taxis amarillos de NY sorprendentemente decían NYTAXI en el costado.

Y todo esto estuvo muy mal.

Entonces unos saben cabildear, otros nomás dicen que sí y unos son como gallos de pelea.

Cayendo yo en la última categoría decido que es mejor mantenerme alejada del video-village.

Mi tolerancia es poca.

Pero como me sigue gustando mi trabajo, estoy dispuesta a aceptar todas estas notas negativas a través de un interlocutor.

Un interlocutor, en este caso Juan, que sepa cambiar mis palabras enojonas por sonrisas pacientes.

Andrea baila y pone bailes, el director está enojado porque se va la luz, Moya hace poco caso y yo me quedo bajo el rayo de sol calentando mi cara y me echo una que otra risa de vez en cuando.

Sigue valiendo la pena.

1 comment:

  1. Eso te pasa por no llevarme a mi con mis chinos... jajajjaja! otra historia hubiera sido pero no aprendes, no apreeendes!!!
    Claro que soy una follower, de esa forma medio mentero en qué andas... qué parte no estamos entendiendo? qué no ves que te extraño mucho?

    muchos muchos besos!!!!

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