De inmunidad, déficit de atención y uno que otro idiota...
Hace unos meses me diagnosticaron (de modo oficial) déficit
de atención con hiperactividad e impulsividad;
cosa se oye muy cute en niños de 6
años, pero en una mujer adulta, ya no tanto. Piensen en algo así como, una ganas
incesantes de madrear a varios, acompañado de una necesidad imperante de acomodar
cajones; y todo esto sin dormir noche tras noche.
Es obvio que esto no fue nada nuevo para mi, ni para
quienes me conocen bien; la novedad fue escuchar a un renombrado psiquiatra,
explicándome en términos humanos, que existía una razón verdadera para todo lo
que estaba sintiendo.
Desde chica tengo dicho desorden, y como jamás fue
diagnosticado (no estaba de moda), simplemente era Sofía. Muy inquieta,
distraída y pasando el año escolar de milagro (cada puto año y desde kínder)
En la Universidad me puse más lista yo sola.
El Doctor me explicó que empecé a desarrollar
técnicas para sobrellevar mi déficit. Mi cerebro aparentemente se puso las
pilas muy cabrón y pudo sacarme
adelante; pero a la que cumplí los 40, comenzó a decir basta. Se
cansó y para el desquite, comenzaron los ataques de ansiedad.
"Es como tener el motor de un Ferrari en el
cerebro y los frenos de una bicicleta”*
Es la cita clásica para definirlo.
Estaba decidida a no medicarme. Mi Doctor lo aceptó.
Pero a la semana, tras un episodio más de ordenar cajones a las 3 de la mañana, regrese con él.
Me medicó por primera vez. Luego una segunda. Y una tercera.
Pero ninguna funcionó.
Resulta que ningún medicamento me va.
Todos me alteran peor.
Le pasa a uno de cada no sé cuantos…
Y me sucedió a mi.
Desilusionada de no poder conseguir frenos de
Ferrari, comenzamos a ver alternativas viables. En resumen, básicamente es que hay que hacerlo sola. A pelo.
Terapia, ejercicios, técnicas nuevas. Una
verdadera chinga.
Y aquí estamos.
Retomo este tema hoy (pues no es tan nuevo), porque acabo de caer en cuenta
de que también tengo inmunidad a la puta anestesia de mi Cirujano Dental.
Ese cabrón, hace meses me tuvo en una silla de operaciones, sacándome
dos muelas en crudo.
Jamás me hizo nada la anestesia.
Nada se dormía. Nada de nada.
Por más que se lo dije, el no entendió.
Casi lo mato a media operación.
Nunca nada me ha dolido tanto.
Esto es neta.
Un día después me hablo y me pidió perdón; me dijo
que había recordado que la gente que presentaba cuadros fuertes de tensión podía
ser inmune a la anestesia,
-
¿No te jode Doc? Si no me noto lo tensa, seguro notó mi silla
empapada escurriendo en sus tenis new balance, y mis piernas flotando a modo de plancha durante 6 horas (no pude
caminar una semana).
Hoy tuve que regresar con él.
Hice respiraciones.
Me hice a la idea.
Y Nada.
20 inyecciones.
Y nada. N-A-D-A
- "Arrégleme el puto tornillo y déjeme irme en paz."
Y vamos de nuevo.
Aguantando. Sin ayuda.
Aguantando. Sin ayuda.
Y nuevamente, tengo mucho coraje.
La ciencia ha adelantado mucho y hay gente como mi
mama que insiste en decir,
- “Hoy en día ya no hay porque sentir dolor...”
Lamento informarles que esto no aplica para todos.
Hay quienes sentiremos dolor.
Y hay quienes somos inmunes a ciertos químicos.
Y ciertas cosas más.
Solo Dios sabe porque.
Así que como dicen en la mafia,
"This will be painful"
If you know what I fucking mean…
Es el precio de una sonrisa envidiable...
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