Estamos locos (Fin de semana de Pascua 1ª parte).
Todo mundo habla de esas parejas que por sus naturalezas distintas, tienen balance, se complementan.
La clásica pareja donde uno es el enérgico y el otro es consentidor, uno es muy deportista y el otro muy artista, uno es práctico y el otro se complica un poco más.
Medias naranjas que se encuentran.
Lindas parejas con sus casas ordenadas y sus dos coches siempre lavados.
En nuestra casa no tenemos eso.
Tenemos un chingo de intensidad, proveniente de la verdad absoluta de que mi pareja y yo nos parecemos.
Y ambos estamos un poco locos.
Por eso cuando viajamos es toda una odisea de felicidad y encabronamiento.
Pero la verdad que casi siempre aterrizamos en un buen lugar.
Como ayer a la 1 de la mañana, luces apagadas, hechos pedazos, murmurando las últimas palabras de "qué bonito fin de semana”
Nos llevamos a los 3 hijos a Washington y Philadelphia.
Y yo no me quise ir en tren porque me hacía ilusión dormirme en la carretera.
Más pendeja, imposible.
No se cómo pensé que Juliana y Diego irían toda la carretera roncando.
Emiliano con sus 14 añotes y su i-pod se queda dormido en una tabla con clavos, pero los otros dos no.
La escena era el hermano mayor acostado contra la puerta, robándose el poco espacio de Juliana.
Juliana apretada entre él y la silla de Diego. Mi hija siempre está incómoda (siempre de los siempres), y se fue toda la carretera quejándose del cinturón de seguridad y del calor.
- Estoy muy caliente y ya no aguanto y ya no quiero ir aquí y ya quiero llegar y todo me apeta, me apeta, me apeta.
Diego encabronado con su silla pues no le resultó tampoco muy cómoda.
Y es que ese niño, no ha pasado incomodidades todavía y nos salió medio delicado.
Se tendrá que acostumbrar y nosotros a sus llantos.
El viaje en general estuvo muy divertido y lo pasamos muy bien.
El tráfico de ida fue muy duro, pero de regreso no tuvo madre.
Tomamos camino a Philadelphia el domingo a mediodía y la carretera estaba parada.
Doloroso.
Mucho mal humor.
Cuando nos tocó pasar por debajo del túnel de Baltimore Shore, los dos no dijimos nada.
Pero la cara era la misma.
Como la de dos niños que están por hacer un buzo.
Toma aire y espera ver la luz para volver a respirar normalmente.
Los dos odiamos los túneles y no se lo he preguntado a Kiko, pero estoy casi segura que mientras vamos por debajo del agua, las mismas escenas apocalípticas pasan por nuestra cabeza.
Muerte ahogados.
Llegamos a Philadelphia y fuimos felices.
La ciudad nos encantó y comimos un buen rib-eye.
El regreso otra vez espantoso.
Se hizo de noche y los gritos en el asiento de atrás se fueron intensificando.
Saque el teléfono y busque un hotel en el pueblo que seguía.
Trenton New Jersey.
Cuando nos desviamos hacia allá y llegamos a ese pueblo espantoso no tuvimos que decir mucho nuevamente.
Las toallas limpias y los jaboncitos del Marriot, no iban a poder contra la depresión de amanecer en ese pueblo tan gris y triste.
Decidimos regresar a casa.
Dos horas más en el coche.
Viajar con los hijos es agotador y es maravilloso.
Estos viajes me hacen recordar mucho los míos de niña.
Parecerte a tu pareja no es tan mala cosa.
Los silencios compartidos y las películas mentales paralelas, te dan seguridad y certeza.
Loco contra loco.
Locos con los hijos.
Locos contra el mundo.
Y riéndose con el.
(Prometo que el próximo será en tren).
La clásica pareja donde uno es el enérgico y el otro es consentidor, uno es muy deportista y el otro muy artista, uno es práctico y el otro se complica un poco más.
Medias naranjas que se encuentran.
Lindas parejas con sus casas ordenadas y sus dos coches siempre lavados.
En nuestra casa no tenemos eso.
Tenemos un chingo de intensidad, proveniente de la verdad absoluta de que mi pareja y yo nos parecemos.
Y ambos estamos un poco locos.
Por eso cuando viajamos es toda una odisea de felicidad y encabronamiento.
Pero la verdad que casi siempre aterrizamos en un buen lugar.
Como ayer a la 1 de la mañana, luces apagadas, hechos pedazos, murmurando las últimas palabras de "qué bonito fin de semana”
Nos llevamos a los 3 hijos a Washington y Philadelphia.
Y yo no me quise ir en tren porque me hacía ilusión dormirme en la carretera.
Más pendeja, imposible.
No se cómo pensé que Juliana y Diego irían toda la carretera roncando.
Emiliano con sus 14 añotes y su i-pod se queda dormido en una tabla con clavos, pero los otros dos no.
La escena era el hermano mayor acostado contra la puerta, robándose el poco espacio de Juliana.
Juliana apretada entre él y la silla de Diego. Mi hija siempre está incómoda (siempre de los siempres), y se fue toda la carretera quejándose del cinturón de seguridad y del calor.
- Estoy muy caliente y ya no aguanto y ya no quiero ir aquí y ya quiero llegar y todo me apeta, me apeta, me apeta.
Diego encabronado con su silla pues no le resultó tampoco muy cómoda.
Y es que ese niño, no ha pasado incomodidades todavía y nos salió medio delicado.
Se tendrá que acostumbrar y nosotros a sus llantos.
El viaje en general estuvo muy divertido y lo pasamos muy bien.
El tráfico de ida fue muy duro, pero de regreso no tuvo madre.
Tomamos camino a Philadelphia el domingo a mediodía y la carretera estaba parada.
Doloroso.
Mucho mal humor.
Cuando nos tocó pasar por debajo del túnel de Baltimore Shore, los dos no dijimos nada.
Pero la cara era la misma.
Como la de dos niños que están por hacer un buzo.
Toma aire y espera ver la luz para volver a respirar normalmente.
Los dos odiamos los túneles y no se lo he preguntado a Kiko, pero estoy casi segura que mientras vamos por debajo del agua, las mismas escenas apocalípticas pasan por nuestra cabeza.
Muerte ahogados.
Llegamos a Philadelphia y fuimos felices.
La ciudad nos encantó y comimos un buen rib-eye.
El regreso otra vez espantoso.
Se hizo de noche y los gritos en el asiento de atrás se fueron intensificando.
Saque el teléfono y busque un hotel en el pueblo que seguía.
Trenton New Jersey.
Cuando nos desviamos hacia allá y llegamos a ese pueblo espantoso no tuvimos que decir mucho nuevamente.
Las toallas limpias y los jaboncitos del Marriot, no iban a poder contra la depresión de amanecer en ese pueblo tan gris y triste.
Decidimos regresar a casa.
Dos horas más en el coche.
Viajar con los hijos es agotador y es maravilloso.
Estos viajes me hacen recordar mucho los míos de niña.
Parecerte a tu pareja no es tan mala cosa.
Los silencios compartidos y las películas mentales paralelas, te dan seguridad y certeza.
Loco contra loco.
Locos con los hijos.
Locos contra el mundo.
Y riéndose con el.
(Prometo que el próximo será en tren).
1.Estaba a uno de levantar mi queja por no tener nada que leer desde hace ya un rato!
ReplyDelete2.En qué estabas pensando? porqué demonios le hiciste feo al tren??? estás increíble, jajaja!
3.Cuidadito y te cuelgues una semana con la segunda parte!
Besos, te quiero y te extraño, fuerte!
Vaya, vaya vaya...hasta que volviste...tengo a Cuchis al lado y se ha reido como loca con us historias, será tu fan en este momento...
ReplyDeletequeridisima chofocles es un placer ser tu fan,estoy convencida de lo felíz que eres, realmente me he reido mucho de lo que escribes, ojalá muy pronto escribas algun libro tienes mucho talento, te quiero.
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