Bajadas y subidas (Miami 3a parte)

El viernes me entró un poco de tristeza y decepción.
Nada para alarmarse, son episodios comunes y aún no han llegado a protagonizar, la película de mi vida.

Durante este episodio me dieron ganas de ser como la motherblogger.

Leo su blog de vez en cuando y en realidad, sé poco de ella.

Pero si sumo los datos que ofrece a través de sus entradas, con los datos que son producto de mi imaginación, el resultado sería algo así:

Esta blogger fue una Quierosercarrie (No la poseída, sino la de sex in the city) en una temporada de su vida.
Estudió periodismo y escribió para distintas revistas de moda.
Conocía a todos los diseñadores, se paseaba por fashion week con su gafete de prensa y tomaba martinis en las tardes.

Luego conoció al padre de sus hijos en un bar, y se enamoraron.
Vivieron juntos en Brooklyn y cuando llegó su segundo hijo, la ciudad became too much y corrieron a Suburbia.
Aterrizaron en la parte más happening de New Jersey.
En Montclair.
Ella decidió dejar la vida acelerada de la ciudad y quedarse en casa para cuidar a los niños, y cocinar cada noche cenas balanceadas, con ingredientes orgánicos del farmer’s market.

Ahora tiene tiempo para ir al gym, tiempo para socializar con las vecinas y tiempo para ser (muy probablemente), la mamá presidenta de la clase.
Pero sobretodo tiene tiempo para el éxito.
Y esto último, toma mucho espacio y también mucha energía.
(Hay veces que también se requiere talento, pero no es un must)

Comenzó su blog hace unos años y ahora gana dinero a través del mismo.
Ha conseguido escribir para varias revistas serias y tiene miles de seguidoras.
Todo esto lo ha logrado hablando (entre otros temas) de perros, de pendejadas y de cupcakes.

Entonces,
Regresando a mi.
El viernes acabé agotada.
Física y emocionalmente.

Mis niños la pasaron fantástico en casa de mi amiga Ana, y cuando llegué por ellos, me tocaron las últimas dos horas (la unhappy hour) de su día.

Ahí comenzó el decaimiento.

De regreso a South Beach, cuando K acabo de filmar, nos paramos en Joe’s Stone Crab a comprar take-out.
En el estacionamiento, mientras esperaba con mis dos hijos roncando en sus sillitas, me dieron ganas de llorar de tanto cansancio, de tanto trabajo y de tan poco éxito.

Abrí mi i-phone y leí la última entrada de la f. motherblogger.
Quise ser ella.

Pero luego cené cangrejo y bebí un buen vino.
Y platique con K de todo esto.
Me comí un key lime pie de postre y al final me aliviane (lo suficiente).

Hoy, después de un fin de semana de mal dormir y estar los 4 encimados en la misma recamara (Juliana con miedo y Diego con dolor de dientes), me queda claro que no soy, ni seré nunca como la motherblogger.

Yo no podría hacer un buen cup-cake, ni aunque mi vida dependiera de ello.
No se me da la pastelería, ni se me da el tiempo libre.
Así, con los espacios y los tiempos apretados, y corriendo a mil por hora, soy mejor persona.

No sólo eso, Juliana me dijo ayer que era la mejor mamá del mundo.
Y yo le quiero creer.

En conclusión,
Seguimos en la lucha de aceptarnos como somos.

Mientras tanto, que viva el cangrejo, la buena conversación y el postre.

Y de paso, que disfrute de su éxito la motherblogger.
Tal vez se lo merece.

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