Día uno de la filmación (los reyes de servicio a clientes).

De nuevo filmando en México.

Nuestro cliente está hospedado en el Condesa DF.

Y lleva dos días preguntándose (y preguntándome) porque cada vez que llega a su cuarto, la tele se enciende y comienza un video de una pareja fooling around, besándose y fumando.

Me dice,

- That weird couple, and they are smoking man! the lounge music it’s on every time I walk in the room, I don’t understand it man!…

También dice que el Internet sólo funciona en el lobby bar y le distrae un poco trabajar ahí.

Cómo no va a distraerse el pobre, en medio de ese bar tan popular, con la misma lounge music de su cuarto y lleno de gente bebiendo y fumando.

Nuestros clientes generalmente son Gringos de New Jersey y por más agradables que sean, no entienden muy bien las costumbres locales.

Son conservadores, cerrados, se visten con camisas polo y pantalones beige, trabajan en una corporación aburrida, dónde no se escuchan risas, las paredes son blancas y hay 200 salas de juntas siempre ocupadas.

Viven en otro mundo.

Generalmente en nuestras juntas de pre-producción hay 10 clientes sentados alrededor de una mesa (los sueldos anuales de esos 10 empleados, sumados, superan el millón de dólares), discutiendo temas tan complejos cómo el color del sweater de la protagonista.

Hace años, cuando filme por primera vez con K (mi esposo, el Director), vino a la filmación una clienta muy apalancada, que trabajaba y vivía en New Jersey.

El primer día que llegó a México, después de la junta, aceptó entusiasta la invitación a cenar del Director.

Al Covadonga.

Cuando esa mujer llegó a la cantina y observé cómo se comía su torta de pierna, en medio de una masa densa de humo de cigarro (cortesía de los presentes), me dije “que chingados hacemos aquí”

La mujer no entendía nada. Nadie hablaba en inglés y todos se cagaban de risa mientras fumaban y bebían.

Client Services de primera.

Y no contentos con la cena, al día siguiente, César (el productor), decidió llevar a dicha clienta, a comer tacos de cochinita a la Montejo.

Después de 2 margaritas y 6 tacos, la cliente estaba contentísima y nosotros también.

Esa noche teníamos llamado en un supermercado.

De 8 pm a 8 am.

Cuando llegamos, la clienta estaba amarilla.

Se puso malísima de la panza, hubo que llamar a un doctor y cuando acabó de vomitar (3 horas después), le trajeron un sillón y una cobija, dónde se acurrucó toda la filmación.

No pudo ver ni un shot.

Al día siguiente no nos dirigía la palabra.

Y no quiso volver a venir a filmar a México.

Pero nosotros por lo visto, no aprendimos la lección.

El año pasado, a otra clienta, casi le toca presenciar una madriza, en La Guadalupana. El pleito era entre nuestra mesa y la de junto, pero los varones olvidaron, que estaba “Anne” entre nosotros.

Una preciosidad.

Pero todo quedó en gritos, mientras nuestra clienta comía sopes y papadzules, con su agua embotellada.

Mañana es el último día de filmación.

Nuestro cliente sigue sano, aún después de varios mezcales y un pollo al pipián.

Mientras no pase de los videos semi-pornos, creo que la vamos a librar.

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