Los meacuerdos de hoy y los de ayer.

Hoy llegué por la mañana, con intenciones de escribir mi entrada, sobre la memoria involuntaria (específicamente la mía) y cómo se desata con Juliana.

Entonces abrí el primer documento de Word que salio en mi fólder de Sofía personal, para crear uno nuevo.
Cuando me di cuenta de lo que era, me dije,
- ¿De dónde carajos salio esto? cabrona coincidencia.

Ya verán más adelante porque.

Muchas cosas que veo y siento de Juliana, me hacen recordar escenas del pasado.
Del pasado, pasado.
Esto no lo hago pensando, no lo planeo, simplemente me sucede.

Verla cada día cómo sabe más cosas, entiende más cosas y tiene tanta curiosidad, me hace regresarme en el tiempo, y siento que eso me ayuda a comprenderla mejor “a veces”.
(Los berrinches horizontales de piso, siguen siendo imposibles de comprender).

Hace más de un mes le conté a Juliana, que cómo a ella, a mi también me encantaba pintar de chica. Y le platique que tomé clases de pintura durante años, pero que mis papás me sacaron cuando comencé a sacarme pésimas calificaciones.
Nunca regresé a las clases y eso es algo que siempre me ha dado tristeza.
Esto último, pensé que no se lo había contado.
Ayer por la tarde, cuando la recogí de su clase de Arte en el After School, me entregó un dibujo muy orgullosa y me dijo,
- Te hice un dibujo porque tus papás te sacaron de la clase de pintura, es para que no estés triste.

No sé cómo se acuerda de todo, pero para ella esa tristeza no entra en un pasado.
Por lo menos, no en el mío.
Para ella todo es presente, lo cual me parece algo increíble.

La coincidencia (o cabrona coincidencia) es que el documento que abrí, lo escribí en el 2006 y es una pieza un tanto cursi, que viene mucho al caso con todo lo que pensaba escribir hoy.

Lo copio.

Me acuerdo.
Me acuerdo mucho de mi niñez y a veces parece que me acuerdo muy poco.
Me acuerdo de la escuela de monjas que detestaba, del uniforme de gala y de las coletas con moños rojos, que me hacía mi mama por las mañanas.
Me acuerdo de repetir el mismo lunch cada recreo, junto con mi amiga Alejandra, sentadas en la banca dónde pegaba más fuerte el sol.
Me acuerdo de las amigas que eran buenas para los deportes, de las que eran expertas en el resorte, de las nadadoras y de las consentidas de las maestras. Me acuerdo que yo disfrutaba más sola, que en su compañía.
Me acuerdo de cuántas horas dedique durante la primaria, a soñar despierta. A inventar historias.
Me acuerdo de cómo miraba a la maestra sin mirarla y de mi capacidad de desprenderme por completo de ese lugar.
Me acuerdo que nos obligaban a confesarnos cada martes, me acuerdo que siempre inventaba los pecados, porque olvidaba los de verdad.
Me acuerdo de las tardes en la colonia. Me acuerdo que llegaba a la casa y me dormía diez minutos bajo el rayo de sol que entraba por mi ventana. Acostada sobre mi sobrecama color amarillo.
Me acuerdo que la tarde transcurría casi igual que la mañana, escribía historias en mi cuaderno, escuchaba música, bailaba sola y me aprendía las letras de las canciones en inglés.
Me acuerdo que salía un rato a jugar con los vecinos. Con mi amiga Laura que tenía diabetes.
Me acuerdo que yo la encubría para que pudiera comer azúcar a escondidas. Me acuerdo de la culpa que esto me provocaba.
Me acuerdo de quererla y odiarla.
Me acuerdo de mi hermano dibujando cohetes de la Nasa, me acuerdo de él sentado en el cuarto de la tele, con sus plumones y sus hojas.
Me acuerdo de mis clases de pintura, era el mejor día de la semana.
Me acuerdo de mi maestra y de su casa con las paredes tapizadas de cuadros.
Me acuerdo de los regaños por mis malas calificaciones, de los castigos.
Me acuerdo del día que me despedí de esa escuela, me acuerdo que estaba muy feliz.
Me acuerdo de mi casa. De cada rincón y de cada espacio.


Ese final está rarísimo.
No es final de hecho, yo creo que hasta ahí llegué y no seguí.
Semejante poema.
Incompleto.

Somos repetitivos.
En nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos, en nuestros temas.
Y esto no es necesariamente malo.

Juliana me transporta a lugares parecidos a los que aparecen en estos “me acuerdos”
Y eso es algo que agradezco.
Es dulce y triste y confuso y complicado.
Y todo lo demás.

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