Cabrones hermanos menores.

Ayer fue un día jodido de trabajo y estaba muy claro que salir temprano era imposible.
Pero tomó una llamada de Eva para agarrar mi abrigo y salir corriendo. También porque tuve la suerte de que K, me cubriera con unas ediciones.
Eva me dice,
- Juliana llego muy decaída y lleva dos berrinches muy feos.

La verdad es que mi niña, lleva ya varias semanas de no pasarla muy bien. Además de haberse enfermado de flu, tener un ojo flojo y tener que hablar en inglés todo el pinche día en la escuela, está celosísima de Diego, y ahora pasamos de tener un berrinche y medio al día, a tener 10 ó 15.
Llora por todo. Se enoja por todo.
Y odio verla sufrir, me parte el alma.

Llegué a la casa y la acompañé a la tina para contarle de Héctor y la dolorosa llegada de mi hermano a mi vida.
Le dije que al principio tampoco estaba tan convencida, pero que poco a poco me di cuenta de lo increíble que era tener un hermano.
Si mis papás se iban al cine o a cenar, no me quedaba sola con la nana, también se quedaba él. Siempre estaba acompañada, no tenía que jugar sola, podíamos comer, cenar y ver la tele juntos, hacer travesuras y disfrutar de todo lo bueno, siempre juntos.

Puras mentiras.

No le dije que el cabrón me llego a robar la atención de mis papás y de mis abuelos.
Que era el consentido de Isa (la nana) y le reían todas sus gracias.
Que se acababa los cereales y el chocomilk.
Que me quitaba la tele con sus programas malos.
Que tuvimos que compartir el baño durante años.
Que cuando nos llevaban al cine, a veces teníamos que ver lo que el quería.
Que había que comer en Happy’s Pizza, que era su restaurante favorito, un lugar espantoso y oscuro, dónde pasaban películas del Gordo y del Flaco.
Que se sacaba mucho mejores calificaciones que yo, que siempre hacía la tarea, que jamás lo castigaban, que nunca se portaba mal.
Que era inevitable que me compararan con él y eso me enfurecía.

Todo eso no se lo conté.
Porque la verdad que con el tiempo (años después) mi hermano se convirtió en mi gran amigo y en la persona con la que siempre he podido contar.

Juliana tendrá seguramente que esperar años para disfrutar a Diego plenamente.
Pero hoy me toca hacer lo posible porque a él no lo maten (dice que lo quiere echar por la ventana) y porque ella vuelva a estar contenta.

Me fui a dormir con mucha angustia.
Nada en la vida es más importante que el bienestar de mis hijos.
Esta reflexión me hace sentir vieja.
Me hace pensar en cuántos años han pasado, desde que me peleaba a jalones de pelo con mi hermano, y la preocupada entonces, era mi mamá.
Es verdad todo lo que dicen los padres.
Algún día te va a pasar esto y te va a pasar lo otro.
Uf.
Que jodidos estamos.




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