Halloween.

Ay ya, ya, ya, ya.

Todo mundo está paralizado con esta puta celebración.

Las mamás del salón de Juliana preguntan sin cesar, de que van a ir disfrazados los hijos, los esposos, las madres. Que cosa más rara.

Me lo preguntó también la cajera de Trader Joe’s esta mañana.

La gente en el autobús.

La mujer de la farmacia.

¿No tienen otra cosa que comentar? De pronto todos se pusieron muy platicadores y solamente porque es Halloween.

El lunes todos volverán a su silencio y mala cara habitual.

Aquí este día es el más importante del año, el tema del disfraz es demencial y ni habar del mierdero trick or treat.

Que si hay fiesta, que donde es la fiesta, que si hay parade, que si tal club va a tener a los mejores disfrazados, que si este otro va a tener a los que son vampiros, casas embrujadas para niños, casas embrujadas para adultos, dulces y más dulces, calabazas chicas, medianas y grandes, murciélagos, telarañas, gorros, pelucas.

Cálmense todos un poco por favor.

Tengo mucha presión y vengo caminando a la oficina pensando Halloween, en colores naranja, negro, en glitter, en la pintura de cara que me pidió Juliana y no he podido comprar, los dulces para dar a los vecinos pequeños, el doctor que lo odio, mi puta biopsia del jueves próximo, mi cumpleaños que no sé si quiero festejar, el día de muertos, que no pusimos altar, mi abuela recién operada que no hemos podido llamar, los banners de Corolla que no hemos podido acabar, por amor de Dios, les pido ya cálmense todos con el estúpido Halloween que el mundo no se va a acabar.

Vamos a respirar.

Cuando llego a la entrada de la oficina me pongo el gorro de bruja.

Prometí disfrazarme.

Todos en la oficina están muy disfrazados.

Rosita me recibe vestida de Caperucita Roja y la risa me hace olvidarme un poco de la biopsia y lo demás.

Pienso en esa frase que me dijo un jefe pendejo hace años,

- Sofia get in the fucking system!

Y aquí estoy.

Hoy en Halloween. Echándome un clavado al fucking system.

Con gorro y todo.