Un año en el DF

Un año en el DF..

Después de 18 años en NY, yo diría que es un chingo.

El año.

Fue un aterrizaje forzoso. Pero estamos todos sanos y salvos (“sanos” es un poco más cuestionable - pero acerca de eso – mejor otro día).

Lo que pasa es que también ha sido un buen romance con el DF y con todos los elementos que lo conforman.

No está nada mal.

Está de hecho muy bien.

Mi madre me decía durante los últimos dos años en NY, “Mijita siento q no estás viviendo NY, lo estás sobreviviendo”

Yo volteaba los ojos en plan “por supuesto que no, por favor… sólo son tres hijos, de 18, 8 y 4 años, muchas bolsas de super, tres escuelas distintas, dos noches libres por semana, horarios de Cenicienta, 20 dólares la hora de la nana más los 15 del gin-tonic (just one more and then we go) y mucho correr porque dios mío - y aún no entiendo bien porque - pero hay demasiado que hacer.”

Suspiro de pensar en esos días en que además de lo aquí listado, se incluía el factor nieve, botas de nieve, guantes, gorros y carriolas-atascadas-en-el-hielo; gritos de Juliana, gritos de Diego y gritos míos (la vecina que llevábamos a la escuela al menos no gritaba) Me moje, perdí un guante, tengo frío, ya me dio calor, odio el frío, odio NY.

Septiembre de 2014 fue el regreso a la tierra de la familia, de las amigas, los amigos y las nanas.

Extraño NY, pero lo extraño sin dolor.

Extraño a mis dos amigas queridas.

Extraño mis noches en la barra del Smith con Alison

Extraño mis domingos que no me deprimían

Mi clase de baile de los viernes.

La yoga de la 21 - con pisos llenos de glitter – a lado de Liz.

Mi café de Irving Coffee, haciendo tiempo para la escuela de Diego.

Equinox.

Mi cocina.

Yuba.

Los dumplings de Joe’s.

El NY Times en papel.

La compra de los lunes en Eataly, para las cenas exclusivas de Emi y mías.

Los domingos de potluck de Alison.

Mi scooter.

Caminar.

El metro.

El Doctor Abrams.

Correr en el East River en invierno.

Las chinas de Sally’s.

Seguro la lista es más larga y si me voy a los detalles se pondría mucho más.

Gracias a todos los que están aquí ahora, en mi vida.

Ya saben quienes son.

Llenan mi vida y la de mis hijos... superaron toda nuestra expectativa.

Ya estamos en el DF.

Y todo está muy bien… excepto una cosa:

¿Quien putas inventó los mami-chats?