Paxil...


Paxil llegó a nuestra vida cuando nació Juliana.

De hecho llegó, porque además Tafil (su antecesor), dejo un vacío muy grande en Emi.
Llegó porque además de agarrarme muy “hormonal”, me convencieron que que era bueno que los niños crecieran con un perro.
… Debí dudarlo... sobre todo después de ver como lloro el Flaco cuando durmieron a Tafil.
Pero yo a veces me tardo en entender.

Y pobre Paxil.
Llegó a esa casa de idas y venidas, de un rato aquí y un rato allá, y finalmente todo el tiempo allá.
Y se volvió muy necesitado de cariño y por ende, insoportablemente encimoso.

Ahora Paxil tienen cáncer y eso es muy triste.
Juliana suelta lagrimas cada vez que lo menciona y es probable que haya heredado la culpa de su padre, su madre y su hermano mayor – quiénes – si somos honestos, le pusimos poca atención a ese perro.

Pobre Paxil.

Es un tema del cual trato de no hablar, pues todos se ponen tristes y cuando se ponen todos tristes, yo me pongo muy triste y así no vamos a ningún lado.

El caso es que hoy, una clienta mía, muy agradable y muy fanática de los perros, me comentó algo que me tiene muy mortificada. Todo empezó cuando hablamos de un perro ficticio que de llamaba Sombra y yo dije, "que pinche nombre más feo".
Sin embargo comenté, “de nombres ni hablamos, porque el pobre perro de mis hijos se llama Paxil”.
Ella me dijo, “¿Cómo Paxil?”

Y me contó esta historia. Resulta que su amiga tenía un perro muy normal y tranquilo al que llamó "Chucky" – y con el tiempo – resultó ser un perro - un tanto diabólico.
Tan diabólico que la agarro fuerte contra un amigo suyo, quien un día - en defensa propia - lo tuvo que agarrar con el cuchillo.

Puta madre.
Chucky atacó a un tipo.

Y Paxil es un perro depresivo.
Pero resulta que todo empezó con su nombre.
Entonces yo digo, ¿de quién es culpa?.

Porque valga la redundancia, pero si antes sentíamos culpa, ahora chínguense esta.
Lo marcamos desde el primer día.
A ese pobre animal.

Yo nunca fui de perros.
Sigo sin ser de perros.
Pero lo que más me jode es que mi único perro, resultó ser un perro deprimido.

En fin…
Fue culpa de Kiko.



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