Una buena causa.
Los programas de arte, música, teatro y español, corren el riesgo de desaparecer de las escuelas en Estados Unidos (Elementary Education).
Eso es, si los padres de familia y maestros de dichas escuelas, no pueden juntar los fondos para mantener vivos los programas.
En los últimos dos años, el Departamento de Educación de este país, ha recortado enormemente los presupuestos de las escuelas públicas.
En NY hay protestas todos los fines de semana y la lucha entre otras cosas, es que sean los padres de familia quienes defiendan los presupuestos en el Congreso, y no el puto Departamento de Educación, quienes dicen que las artes y las otras lenguas, no enriquecen la vida académica de los niños y que pueden salir adelante sin ellos.
Jamás me imagine seguir de cerca una causa pero la vida me trajo hasta aquí. Mi hija va en una escuela pública y de verdad me emociona ver la labor de todos los maestros y papás del East Village School.
Están en la lucha máxima por mantener los 4 programas vivos y todo parece indicar que lo vamos a lograr. Y cómo todos ellos, detesto a estos pendejos (los que recortan el presupuesto) de traje azul marino de Brooks Brothers con su cara de estúpidos, sus casas en los suburbios y sus mujeres manejando mini-vans para llevar a sus hijos (pendejos también) a sus escuelas privadas católicas apostólicas hipócritas, dónde abunda la plastilina, las crayolas y las maestras Latinas que se llaman Rosas.
Regresando a la lucha, este fin de semana que pasó, la escuela de Juliana volvió a organizar una de sus famosas Galas (es brutal que le llamen así, porque habría que observar los atuendos de gala), y se juntaron casi 20 mil dólares para seguir apoyando estos programas.
Con eso ya libramos un año escolar más.
En la Gala se subastaron varios goods, entre otros, una patineta pintada y firmada por Jeff Koons, un tatuaje de 200 dólares, un corte de pelo en un super-salón y una cena preparada para 10, por dos chefs fantásticos.
La variedad fueron varios papas músicos que trajeron a sus bandas.
Unos mejores que otros, pero al fin y al cabo todos muy bien intencionados.
El caso es que entre todo lo que uno puede llegar a odiar de esta ciudad (yo particularmente no odio tantas cosas), hay que reconocer las cosas increíbles que suceden en ella, como una bola de papás, mamás y maestros, haciendo hasta lo imposible por mantener a los niños pintando y cantando.
Y yo se los agradezco.
Pues mi hija no será jamás cantante de rock ni bailarina, pero disfruto mucho de verla imaginándose esa posibilidad.
No digas nunca... lo que elija Juliana como futuro no creo que te sea consultado, quien quita y nos saca de trabajar...jajaja
ReplyDelete