Buena onda que somos.



Ya se me había olvidado que buena onda es la gente en México.
No toda, evidentemente.
Pero en general, la gente por la calle, la gente que te brinda algún servicio, la gente con la que te cruzas en el supermercado, en el club, en el café de la esquina.
Un gran porcentaje de la gente saluda y sonríe.
Ya no me acordaba.

Llego al gimnasio en la mañana, sin ver ni saludar a nadie (pues no conozco a los presentes), me subo al treadmill, me conecto a mi I-pod y de pronto a mi izquierda una mujer me dice algo que no escucho y me sonríe, mostrando incluso los dientes.
A mi derecha llega otra mujer a encender su máquina y comenta conmigo su meta de distancia, para esa mañana.
La mujer que limpia, los entrenadores, el que vende los jugos, todos sonríen, saludan o comentan.

Esto, cabe mencionar que en NY jamás me ha sucedido.
Jamás.
Ahí ni los vecinos se saludan y mucho menos te detienen el elevador.

Llevo menos de una semana en México y me encuentro muy agusto entre tanta buena onda, tanta conversación profunda, feliz con la cábula, los chistes, los tequilas, las sobremesas, la comida…

Contenta y re contenta.
No me vaya yo a acostumbrar.


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