Odio a las Barbies.

Ayer soñé con Barbies.
Barbies y sus familias.
Me pareció muy singular que mi inconsciente haya elegido esta metáfora tan americana, para representar algo en lo que llevo pensando hace varios días.

Nadie quiere escuchar la verdadera historia de nadie.
Y es probable que de todos modos nadie se sienta en libertad de contarla (su historia).

Y hay un par de nadies más:
Nadie puede estar tan feliz todo el tiempo.
Nadie debería pasar más de 30 minutos al día hablando de los maestros y de los avances académicos de sus hijos.
Nadie debería de decir que su marido es perfecto.
Dejémonos de cosas.
Y hablémonos más con la verdad.

Susanita si eres mamá soltera a quien carajos le importa. Periquita si tu marido es homosexual nadie tiene porque juzgarte. Mengana si decidiste tener un bebé con tu mejor amigo, no debería ser un problema que la gente lo sepa.

Carajo. Pensé que estábamos en NY.

Estoy sorprendida de lo tradicional que está resultando la vida familiar en este país.
Con razón se tiraron a matar a Edwards, a Clinton, a Spitzer.

La vida no es perfecta.
A todos nos jode un h. de p. que miente, que tenga dos casas o que tenga dos mujeres.
Pero… cómo dicen los locales, REALLY?
 ¿En este país?

Los moralismos y la hipocresía reinan en todo el mundo.
No son exclusivos de EU.
Sin duda.
Pero intentemos... tan sólo intentemos, dejarnos de mamadas un ratito.

La vida se pone cabrona a cada rato y más cabrona se va a poner si nos hacemos pendejos.

Lamento lo radical de esta entrada.
Pero no quiero volver a soñar con Barbies.



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