Los hombres no lloran...
Desde que entraron los hombres a mi vida, circa mis 15, puedo recordar a mi madre
diciendo la frase “Mijita pero que no te vean llorar…”
Que era un “te entiendo perfecto y llora, pero no
enfrente de ese pendejo”
Esa frase estoy segura viene desde la Yaya, mi
abuela, quien decía frases como “juegos de manos son de villanos…” y “ay Dios
nos guarde Virgen madre” cuando escuchaba una mala noticia.
La idea detrás de este maternal consejo “de no
llorar enfrente de mi novio” era básicamente una manera de protegerme, a mi y a
las de mi género, es decir, “que no te vean llorar los cabrones hombres, para
no mostrar tú debilidad ante ellos"
Mija, que no sepan que te están hiriendo y/o
chingando.
Es un consejo que nunca tomé.
No pude.
Eso de llorar enfrente de los hombres, casi se
volvió una orden para hacer lo contrario.
De hecho, todos los hombres que han pasado por mi
vida (que tampoco son tantos), me han visto llorar.
To-dos.
De hecho toda la gente que ha pasado por mi vida me
ha visto llorar.
Es más, casi todo México me ha visto llorar.
Creo que llore también mucho por las calles de NY
durante 18 años.
Llorar a escondidas no es lo mío, yo lloro cuando
siento ganas de llorar que es muy seguido.
Lloro de tristeza, lloro de coraje, lloro de
felicidad, lloro de emoción… el caso es que lloro.
Pero no dejo de reconocer, que hay algo de sabiduría
en saber hacerlo en privado.
También eso lo hago.
Este tema de las lagrimas en público me trae girando,
porque apenas me entere (la nota es vieja) que en algunos hoteles de Tokyo, ya
están disponibles los Crying rooms.
Llegas al hotel, pides tu Crying Room por una tarde, subes a tu cuarto y tienes opciones de
películas que te hagan llorar más, comida chatarra, helados, kleenex y pepinos para
deshinchar los ojos una vez que hayas terminado.
Genial.
Son solo para
mujeres.
Machos Japoneses, no voy a ahondar en el
tema, porque probablemente lloren aún menos que los hombres mexicanos, a
quienes seguro no veríamos pidiendo su Crying
room.
Los hombres Mexicanos y Japoneses, pedirían un cuarto normal.
Una King size bed.
Y me imagino que llorarían poco.
Por eso no deberíamos llorar frente a ellos.
El caso es que he aquí una buena idea para los
hoteles en el DF.
¿Cuantas veces hemos ido al baño de un restaurante y
hay una mujer llorando?
Uta, yo muchas.
Ellas llorando ahí adentro, acabándote el papel de baño.
Mientras - yo seguro - ya chille arriba de mi
ceviche.
Ahora cada vez que pasó enfrente del hotel Condesa
DF (segunda oficina), pienso que si hubiesen Crying rooms, les mandaría muchas clientas.
Mientras (seguro) yo lloraría, en público - encima de
mi sushi - en su maravillosa terraza.
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