A bailar que el mundo se va a acabar.

Que tragedia para Harold Campign que no se haya acabado el mundo este pasado sábado 21 de mayo.

Dicen que se llegaron a gastar 100 millones de dólares en su campaña.

Los medios contaban historias de gente vendiendo sus casas, renunciando a sus trabajos y poniendo su lana debajo del colchón, para prepararse a la llegada de Dios.

Al juicio final.

Lo de “sacar su dinero del banco” no me quedo nunca muy claro.

Pienso que quizás se trataba de los Cristianos más manchadones, quienes pensaron que si no los dejaban entrar al cielo, le podrían intentar ofrecer una lana a los ángeles del Apocalípsis.

¿Qué pedo con el mundo?

Uno creería que la gente se hace más inteligente, pero cada día se apendejan más. Mucha información y tanto contenido mierdero, es peligroso para la gente a la cual no le funciona muy bien el filtro, sus cerebros se van atrofiando.

Campign tiene mucho dinero y su estación de radio Cristiana es escuchada por millones de seguidores, pero ya tiene 89 años, a el qué carajos le importa si se acaba el mundo mañana.

En Manhattan la gente no se veía tan agobiada.

Más bien las calles estaban on fire, había festivales por todos lados, olor a gyro y elote, pero lo más agitado de todo, el 2011 Dance Parade.

Salieron las gorditas de la clase de Zumba, las de Belly Dance, las del Pole Dancing.

Todas medio encueradonas, dándole al baile a todo lo que da. Las Boogie Dancers, las Roller Dancers, los Hip Hop Dancers, los de Salsa, los de Cumbia, los de Mambo.

Todos los que tenían algo que bailar.

Bailando desde la 21 hasta el Tompkins Sq. Park.

El cielo se nublaba a ratos y volvía salir el sol a manera de “se acaba el mundo, siempre no, se acaba, no, se acaba, no”

No se acabó.

Los fines de semana son realmente agotadores.

Poco dormir, mucho salir a jugar, bici, scooter, persecución, parques, fiestas infantiles, festivales de baile, leche, jugo, corre, agáchate, cupcakes, llantos, enojos, caídas y restaurantes kid friendly.

Eso es lo que nos toca, Harold Campign.

Qué bueno que te volviste a equivocar.

A bailar, a bailar.

Que el mundo se va a acabar.