Amigas.
Todas las mamás de la escuela nueva, consideran que en este año escolar (a diferencia del pasado), nuestros hijos harán amistades para sus próximos 7 años.
(Sin duda, un chingo de tiempo).
Y dado que nuestros hijos escogen a los amigos de la misma manera en que escogen su ropa (i.e. mal y sin gusto alguno), pues las madres corren al rescate, seleccionando ellas mismas, a las amigas con las cuales quieren establecer esa relación de “que jueguen en tu casa, ahora que jueguen en la mía, mientras nosotras conversamos”
Porque si uno lo piensa bien, es una relación bastante íntima.
Nuestros hijos pequeños no tienen filtro ninguno, lo dicen todo, lo comparten todo – y es así como el proceso de conocerse con las otras familias, se acelera al máximo.
Ayer hubo una reunión de lo más agradable en casa de una mamá y estaban ahí todas estas mamás que han sido cuidadosamente seleccionadas por la mamá líder.
(La mamá líder pidió el trono y todas accedimos a dárselo, pues además de que nadie quiere ese trabajo, ella se lo merece por tener siempre las respuestas a cualquier pregunta escolar y extra-escolar).
La convivencia fue grata, chili con carne y chelas – y los hijos brincando en medio de la conversación.
(Cosa que sigo sin entender de esta cultura, yo soy hija de la educación de “no jueguen en la sala, váyanse a su cuarto” – pero eso es otro tema).
Llegamos a la casa, baños, cenas, lecturas, mamilas y a dormir.
Después me senté en el sillón agotada, suspire, y empecé a sollozar,
- Extraño a mis amigas, carajo, extraño a mis putas amigas.
Lloré y lloré por un buen rato, mendigo invierno eterno, el mal tiempo, el encierro, la inevitable soledad, K que se fue a México y simplemente la batalla por las pequeñas cosas de la vida.
Mis amigas ya estaban en otro lugar.
Ya éramos.
Somos.
Extraño a esas amigas que saben como soy, que saben que grito, que saben que lloro, que me angustio, que me preocupo de más, que luego lo olvido, que me enojo, que me enfurezco y después me contento, que me desespero, que me apanico, que pierdo la paciencia, pero que doy todo lo que tengo. Mis amigas que saben que no sé relajarme, que no cocino ni un bistec, que saben que me vale tres pitos lo orgánico, la mafufada, la payasada y la pretensión, mis amigas que saben lo que tengo, lo que no tengo, que saben mis cualidades, que se aguantan mis defectos, mis amigas que me conocen triste y contenta, que conocen presente y pasado.
Las amigas que ya son. Que escuchan, que sienten conmigo, que lloran conmigo, que ríen conmigo. Las que disfrutan mis triunfos y padecen mis pérdidas.
Uta,
Las amigas que no juzgan.
Extraño las mesas donde nos burlamos de nosotras, de nuestras serias incapacidades como madres, esas mesas donde nos metemos con lo más íntimo, donde nos cagamos de risa primero de una y luego de la otra.
Estoy muy agradecida con estas nuevas amigas que tengo.
Me buscan, me invitan, me cuentan algunas cosas.
Pero extraño el abismo… los clavados, la introspección compartida. Extraño los tequilas, los vinos y sobre todo las risas.
Las extraño cabronas.
Las extraño mucho.
Uy Chof... si supieras lo feliz que me haría verte, platicar contigo y reirnos como antes, como siempre. Llevo años fuera de México y no me acostumbro, es durísimo enfrentar todo sola y recibir ánimos de la gente que te quiere sólo por teléfono...pero tenemos mucho que agradecer: la maternidad, el trabajo y el amor, sobre todo el amor...te quiero siempre y te extraño mucho también.
ReplyDeleteFlaca Horrorosa...
ReplyDeleteLa misma falta me haces tú por acá, bien que lo sabes... pero también sabemos perfecto que la línea está abierta por si existe el famosísimo 911 y saber que estando hasta allá y a pesar de eso puedo marcar y soltarme chilloteando y viceversa, siempre es algo grande, piensa en eso!
Ya nos tocará volver a coincidir, ya lo verás!
Te quiero preciosa, te quiero demasiado!